Es el tiempo de despedidas. Algunos
vecinos en mi hostal se están yendo. Me siento un poquito rara porque en estos
casos, yo siempre era la persona en movimiento. Ahora soy la persona que se
queda y que despida a los que se esta yendo.
He estado aquí por 3 semanas. Muchas
viajeros vinieron y se fueron. Cuando llegan los nuevos huéspedes siempre me
preguntan cuantos días me he quedado aquí y soy reacio a contestar porque ya
sé como van a reaccionar. “ ¡Tres semanas! ¿ para qué ?”
Tengo razones para quedarme en Santiago. Estoy
tomando un curso en español y me falta algunas cosas en la gramática que quiero
entender. Creo que si dejara de estudiar en las clases ahora, podría perder todo lo que he aprendido en los ultimas
semanas. También hay temas en esta ciudad sobre los que me gustaría investigar y escribir algunos artículos.
Además no he ido a ningún museo aquí aunque hay muchos que me dijeron que son
buenos.
Debería haber buscado un departamento
aquí si me iba a quedar tanto tiempo. El plan original era
quedar en Santiago por dos semanas, y luego iba a ir a la costa
y alquilar un departamento allá por algunas semanas. Pero en lugar, todavía
estoy aquí en Santiago, en el misma hostal por tres semanas.
Como viajera, es más fácil irme. Siento bien cuando estoy en movimiento Pero en
estos semanas he tenido ganas de quedarme en un lugar y no se por que. Una
ves, mi editor me dijo que soy como un viento siempre yendo y viniendo. Si un viento se queda sin movimiento,
¿qué es? ¿el airé ?
Anoche
un compañero de cuarto estaba juntando sus cosas mientras conversábamos. Él
también se quedó en este hostal por dos o tres semanas pero ya encontró un departamento y va a salir temprano mañana. Él era
periodista y hemos conversado sobre varios temas en los últimos días. Me enseñó
mucho, como si fuera mi profesor, sobre la historia del arte y música chilena, algunos temas
políticos, la actualidad de los medios digitales aquí, y sobre la vida en general.
Si pudiera volver en tiempo, grabaría algunas de las conversaciones.
Anoche
también hablamos sobre muchos temas y en un punto me preguntó ¿cuáles son los
momentos que te traen las ideas par tu escritura? Lo pensé y respondí que es
cuando estoy caminando o estoy en un barco mirando las corrientes oceánicas.
Era una pregunta interesante entonces yo lo pregunté lo mismo.
Él me
dijo que, para él, son los momentos en que para. Cuando se detiene y cierra sus
ojos, puede poner atención a los sonidos que lo rodean y algunas combinaciones
de los sonidos le llevan las inspiraciones.
Su
punto me hizo pensar en una escena de hoy. Estaba caminando en la calle paseando la ciudad.
En una esquina, un músico estaba tocando su guitarra eléctrico. Era casi siete
de la noche y la calle estaba lleno de gente regresando a su casa, pero nadie estaba parando para escuchar su música.
Cuando me estaba acercando a él, estaba ajustando su amplificador, y justo antes pasé por
su lado, tomó su guitarra y cerró sus ojos. Era como un movimiento lento. Vi
sus largas pestañas tocandose uno a otro. En ese momento, él tenía un mundo de
sonidos a su alrededor, y cuando empezó a tocar su guitarra, su melodía (creo
que era improvisada) se mezcló perfectamente a la calle concurrida. Era como si él
estuviera tomando los sonidos de la ciudad y tejiendo en su música. Con los
ojos cerrados, tenia sonrisa linda en su cara. Estaba allá parada y
mirándolo. De alguna manera, yo envidié que el pudiera
quedarse allá y hacer una belleza del arte.
Sigue el
punto que me dijo el periodista, me di cuento de que yo podía hacer lo mismo como el guitarrista en la
calle, que puedo quedarme en un punto y hacer arte mientras siento y recibo las personas en movimiento. Al fin, el movimiento es un concepto relativo. Aprendemos
eso en clase de física. Uno podría pensar que él está en movimiento, pero es muy
posible que él se detenga y el resto del mundo se esté moviendo hacia él.
Al
quedarme en este hostal, he estado aprendiendo demasiado sobre este continente,
gracias a los huéspedes que vienen. En la semana pasada, se estaban quedando un locutor argentino, un diseñador peruano, un exiliado chileno que ahora tiene
ciudadanía de sueco, y una profesora de filosofía de argentina que vive en Buenos Aires pero viene por algunos días para
dar unas clases en la universidad aquí. Cada conversación me enseñó mucho sobre la política, la historia, o la cultura de america latina y me he quedado con nuevo sentido y nuevas
palabras que van a tomar parte en mis obras en futuro.
Ya se
fueron los amigos interesantes, pero siempre van a venir otros como este
periodista. Los vientos vienen y se van. Solo tengo que quedarme y escuchar qué
van a traer.